Durante años, me pregunté: ¿Qué tienen en común las corporaciones, los movimientos culturales, las personas y las profesiones exitosas y perdurables?
Lo que descubrí fue que tienen un agudo sentido de misión, sustentado en un plexo filosófico claro que los guía en el logro de esa misión. Ese plexo filosófico y la misión constituyen el núcleo central que guía sus decisiones y al que sirven sus acciones.
Podemos ver la filosofía como nuestro mapa y la misión como nuestro GPS. Si intentamos navegar desde Nueva York a España sin mapas ni sistemas de navegación, tendremos pocas posibilidades – si acaso alguna – de llegar a destino.
Y si lo logramos, indudablemente el viaje será mucho más largo y habrá insumido más recursos de lo necesario. Cuando encaramos una travesía, es mucho más inteligente, eficiente y preciso utilizar mapas y sistemas de navegación.